El
malvado escucha en su interior un oráculo del pecado:
*
«No
tengo miedo a Dio s, ni en su presencia.»
Porque
se hace ilusión *
de
que su culpa no será descubierta ni aborrecida.
Las
palabras de su boca son malda d y traición, *
renuncia
' a ser sensato y a obra r
bien;
acostado
medita el crimen, †
se
obstina en el mal camino, *
no
rechaza la maldad.
Seño
r, tu misericordia llegaᴗal cielo, *
tu
fidelida d hasta las nubes;
tu
justicia hasta las altas cordilleras, *
tus
sentencias son como el océano inmenso.
Tú
socorres a hombres y animales; †
¡qué
inapreciable ' es tu misericordia, oh Dios!, *
los
humanos se acogen a la sombra de tus alas;
se
nutren de lo sabroso de tu casa, *
les
das a beber del torrente de tus delicias,
porqueᴗen
Ti está la fuente viva, *
y
tu luz nos hace ver la luz.
Prolonga
tu misericordia con los que te reconocen,
*
tu
justicia con los rectos de corazón;
que
no me pisoteeᴗel
pie
del
soberbio,
*
que
no me ' eche fuera la mano del malvado.
Han
fracasado los malhechores;
*
derribado
s,
no se pueden
levantar.
[(MÚSICA)]