¡Qué
deseables son tus moradas, *
Seño
r de los ejércitos!
Mi
alma se consume †
y
anhela los atrios del Señor, *
mi
corazón y mi carne retozan por el Dio s vivo.
Hasta
el gorrión ha encontrado una casa; †
la
golondrina , un nido *
donde
coloca r sus polluelos:
tus
altare s, Seño r de los ejércitos, *
Rey
mío y Dio s mío.
Dichosos
los que viven en tu casa, *
alabándote
siempre.
Dichosos
los queᴗencuentran en Ti su fuerza *
al
preparar su peregrinación:
cuando
atraviesan áridos valles, †
los
convierten en oasis, *
como
si la lluvia temprana los cubriera de bendiciones;
caminan
de baluarteᴗen baluarte *
hasta
ver a Dio s en Sion.
Seño
r de los ejército s, escucha mi súplica; *
atiéndeme , Dio s de Jacob.
Fíjate
, oh Dio s, en nuestro Escudo, *
mira
el rostro de tuᴗUngido.
Vale
más un día en tus atrios que mil en mi casa, †
y
prefiero el umbral de la casa de Dios *
a
vivir con los malvados.
Porqueᴗel
Seño r es sol y escudo, †
É
l da la gracia y la gloria; *
el
Seño r no niega sus bienes a los de conducta intachable.
¡Seño
r de los ejércitos, *
dichoso
el hombre que confía en Ti!
[(MÚSICA)]