Seño
r, Tú has sido nuestro refugio *
de
generació n en generación.
Antes
que naciesen los montes †
o
fuera engendrado el orbe de la tierra, *
desde
siempre y por siempre Tú eres Dios.
Tú
reduces el hombre a polvo , diciendo: *
«Retorna
d, hijos de Adán.»
Mil
años en tu presencia son un aye r, que pasó; *
una
vela nocturna.
Los
siembras año por año, *
como
hierba que se renueva:
que
florece y se renueva por la mañana, *
y
por la tarde la siega n y se seca.
¡Có
mo nos ha consumido tu cólera *
y
nos ha trastornado tu indignación!
Pusiste
nuestras culpas ante Ti, *
nuestros
secretos ante la luz de tu mirada:
y
todos nuestros días pasaron bajo tu cólera, *
y
nuestros años se acabaron como un suspiro.
Aunque
uno viva setenta ' años, *
y
el más robusto hasta ochenta,
la
mayor parte son fatiga inútil, *
porque
pasan aprisa y vuelan.
¿Quié
n conoce la vehemencia de tu ira, *
quié
n ha sentido el peso de tu cólera?
Enséñano s
a calcular nuestros años, *
para
que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete
, Seño r, ¿hasta cuándo? *
Ten
compasió n de tus siervos;
por
la mañana sácianos de tu misericordia, *
y
toda nuestra vida será ' alegría y júbilo.
Danos
alegría, †
por
los días en que nos afligiste, *
por
los años en que sufrimos desdichas.
Que
tus siervos vean tu acción, *
y
sus hijos tu gloria.
Baje
a nosotros la bonda d del Señor *
y
haga prósperas las obras de nuestras manos.
[(MÚSICA)]