Salmo 64


Oh Dio s, Tú  mereces un himno en Sio[ n,
y a T se te cumplen los votos, *
porque Tú  escuchas las plicas.
A T acude todo mortal a causa de sus culpas;
nuestros delitos nos abruman, *
pero Tú  los perdonas.
Dichoso el que Tú  elige s y acercas *
para que viva en tus atrios:
que nos saciemos de los bienes de tu casa, *
de los dones sagrados de tu templo.
Con portentos de justicia nos respondes, *
Dio s, salvado r nuestro;
Tú , esperanza del confín de la tierra *
y del océano remoto;
Tú  que afianzas los montes con tu fuerza, *
ceñido de poder;
Tú  que reprimes el estruendo del ma[ r,
el estruendo de las olas *
y el tumulto de los pueblos.
Los habitantes del extremo del orbe se sobrecogen ante tus signos, *
y a las puertas de laᴗaurora y del ocaso las llenas de bilo.
Tú  cuidas de la tierra, *
la riega s y la enriqueces sin medida;
laᴗacequia de Dio s va llena de agua, *
preparas los trigales;
riegas los surco s, igualas los terrones,
tu llovizna los deja mullidos, *
bendices sus brotes;
coronas el año con tus bienes, *
tus carriles rezuman abundancia;
rezuman los pastos del ramo, *
y las colinas se orlan de alegría;
las praderas se recubren de rebaños,
y los valles se visten de mieses, *
que aclama n y cantan.

[(MÚSICA)]